Los grandes planes de reconversión de las petroleras y gasistas tradicionales, en plena transición energética, no son tan prometedores como nos venden. Así lo desvela el nuevo estudio de Carbon Tracker, el cual, tras quitar el envoltorio "verde", ha evaluado los planes de reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de las quince mayores empresas, cotizadas en bolsa, dedicadas a las actividades gasísticas y petrolíferas.
Ambos tipos de compañías están poniendo en riesgo a sus inversores porque sus planes de reducción de emisiones se basan en tecnologías caras y sin homologación, según se deduce de la principal conclusión del estudio. La mayoría no se compromete de manera vinculante ni determinada a reducir las emisiones en términos absolutos, pese a que todas, excepto dos (Efi y Repsol), hayan actualizado sus objetivos desde mayo de 2021.
El informe incide en que los inversores no deben detenerse simplemente en los objetivos climáticos fijados, sino que tienen que evaluar y analizar si los planes para alcanzar tales cifras son alcanzables y hasta qué punto son creíbles. Las estrategias empleadas son múltiples, pero cortadas, principalmente, por un mismo patrón: la utilización de una gran variedad de tecnologías de reducción de emisiones de GEI, la venta de activos contaminantes y la compra de compensaciones de carbono con sumideros de CO2.
Todas convergen en la justificación actual de mantener flujos continuos de inversiones. Como muchas de las tecnologías de mitigación propuestas se encuentran en fase de desarrollo, según indican desde Carbon Tracker, son un "enorme riesgo" tanto para el clima como para los inversores. Además, requieren grandes extensiones de terreno, con unos costes enormes y sin haber demostrado ser viables técnica y económicamente.
Mike Coffin, director de Carbon Tracker para el sector petrolífero, gasista y minero y coautor del informe, ha declarado que "las instituciones financieras deben examinar los objetivos de emisiones de las empresas y si sus planes para alcanzarlos son prácticos y creíbles, a fin de evaluar su alineación con los objetivos climáticos mundiales. Esto es especialmente cierto en el caso de las empresas que pretenden 'crear espacio' para nuevas inversiones en fósiles".
De las quince multinacionales investigadas, Eni —empresa italiana— posee la política y estrategia de descarbonización más sólida. Se ha comprometido, desde el 25% previo, a reducir un 35% sus emisiones procedentes de la producción y usos de combustibles fósiles para 2030.
La petrolera española Repsol se encumbra al puesto número dos, superando a BP y a Total Energies, desde el sexto lugar que ocupó el año pasado. El motivo del ascenso ha sido su reciente compromiso de reducir sus emisiones de CO2 en un 30% para el 2030.
Las tecnologías de mitigación propuestas suponen un enorme riesgo, tanto para el clima como para los inversores
De las antaño todopoderosas empresas energéticas norteamericanas, ninguna dispone de compromisos ambiciosos a la altura de las corporaciones europeas, comprometiéndose únicamente a reducir la intensidad de sus emisiones. Solo Chevron y Occidental poseen objetivos que cubren el uso final de sus productos, mientras las demás solo lo hacen para el proceso de operación. La última posición es para ExxonMobil, a pesar de haber prometido un objetivo de cero emisiones el año pasado, aunque sin objetivos intermedios y excluyendo el 95% de las emisiones del uso final de sus productos de hidrocarburos.
Maeve O'Connor, analista de Carbon Tracker y coautora del informe, asevera que "las empresas de petróleo y gas están apostando por tecnologías de mitigación de emisiones que suponen un enorme riesgo tanto para los inversores como para el clima. La mayoría de estas tecnologías se encuentran todavía en una fase temprana de desarrollo, con pocos proyectos de gran envergadura que funcionen, mientras que las soluciones que implican la plantación de árboles requieren enormes extensiones de terreno".
Todas pretenden seguir emitiendo, diseñando su estrategia en base a la compensación con absorción en sumideros, es decir, impulsando la protección de masa forestal, pudiendo también reforestar y almacenar CO₂. Eni incluye el uso de tecnologías de captura y almacenamiento de CO₂ (con plantas en Reino Unido e Italia) para eliminar 10 millones de toneladas (Mt) de CO₂ para 2030, además de circunscribirse a soluciones basadas en la naturaleza para eliminar 20 Mt de CO₂.
ConocoPhillips, energética texana afincada en Houston, planea capturar el CO₂ y reinyectarlo en los yacimientos para extraer más petróleo. Aunque esto puede reducir la intensidad de las emisiones de sus operaciones a corto plazo, los autores del informe alertan de que provocará la producción y quema de más petróleo.
La californiana Occidental está gastando 1.000 millones de dólares en la construcción de la primera planta a gran escala de Estados Unidos para capturar CO₂ directamente del aire. Su objetivo es llegar al millón de toneladas al año, 100 veces la capacidad global actual de todos los proyectos de este tipo, pero solo el 0,4% de las emisiones totales de los activos que tuvo operación en 2021.
Total Energies, empresa francesa, incluye un bosque de 13.500 kilómetros cuadrados en Perú entre sus proyectos de compensación, afirmando que ayudará a "evitar" más de 15 Mt de CO₂ en diez años, pero no está plantando nuevos árboles. Por tanto, solo compra terreno y lo protege. Así mismo, Repsol tiene previsto compensar 16 Mt de CO₂ plantando 700 kilómetros cuadrados de bosque en Motor Verde (España). Unas soluciones comunes que, en numerosos casos, deben revisarse para poder obtener unos resultados reales de descarbonización.
Los grandes planes de reconversión de las petroleras y gasistas tradicionales, en plena transición energética, no son tan prometedores como nos venden. Así lo desvela el nuevo estudio de Carbon Tracker, el cual, tras quitar el envoltorio "verde", ha evaluado los planes de reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de las quince mayores empresas, cotizadas en bolsa, dedicadas a las actividades gasísticas y petrolíferas.