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Salvador, en la imagen, junto a varios efectivos del Infoca en el incendio de Alhaurín el Grande. / SUR
Salvador Pérez tiene 63 años, está jubilado y lleva un lema por bandera: querer es poder. Este vecino de Alhaurín el Grande conoce la sierra de su pueblo como la palma de su mano. Desde hace una década, no hay día que no haya entrenado por sus montañas. De esta forma, el corredor ha explorado y descubierto cada uno de sus recovecos, caminos y atajos.
Por eso cuando el pasado viernes 15 de julio se declaró el incendio en el paraje del Higuerón en Mijas, que rápidamente se extendió a Alhaurín de la Torre y su municipio, tuvo claro que no se iba a quedar en casa. «Nadie me iba a convencer de que no fuese a colaborar porque sabía que podía ser de ayuda», asegura.
Cientos de vecinos se acercaron al Puesto de Mandos Operativo, junto al pabellón deportivo, para ofrecerse como voluntarios. A Salvador le dijeron que era imposible que acompañase a los efectivos forestales, por muy buena intención que tuviera, por la peligrosidad y el riesgo que podría correr. Pero para él, querer es poder –así se llama su página web: www.quererespoder.es–.
Como buen conocedor de la zona, el sábado se calzó sus botas especiales, se vistió con ropa de algodón y salió de la casa en busca de un acceso sin vigilancia para adentrarse en la montaña, en dirección a uno de los puntos de fuego para dar con los profesionales. Allí encontró a los bomberos.
«La sierra hace cosas muy raras, es muy complicada», apunta el vecino, y añade que «por eso estaba convencido de que tenía que estar allí». Lo cierto es que la experiencia sobre el terreno y la pericia de Salvador fue de gran ayuda para los efectivos del Infoca, quienes incluso le han dado las gracias públicamente a través de su cuenta de Twitter: «63 años, excelente persona y corredor de montaña. Nuestro aplauso y reconocimiento». También le han acabado apodando 'senderito' de forma cariñosa.
El vecino de Alhaurín ha sido como un mapa para los operarios, a quienes acompañó y ayudó a moverse por los tramos más complicados del monte. También les guio para encontrar agua en un momento en que ya se habían quedado sin bebida después de permanecer durante horas en el terreno.
«En un momento dado hubo que hacer retirada porque había un fuego muy potente y, si no llega a ser porque me conozco tan bien la sierra, no sé cómo habrían salido de allí; yo los llevé por caminos que no son visibles dada la vegetación y los saqué por una reja que conocía», detalla Salvador a Diario SUR.
Estas fueron algunas de tantas situaciones en las que el vecino fue de gran ayuda para los profesionales. «Mi intención era que no se perdieran y que no terminasen heridos por el camino», mantiene. También colaboró en la lucha contra las llamas –eso sí, siempre tras los efectivos y siguiendo sus indicaciones– armado de chapulinas y azadas.
Salvador, natural de Fuengirola, lleva 40 años viviendo en Alhaurín el Grande y afirma que es imposible explicar «la enorme impotencia» que sintió al ver en llamas la que considera su sierra. «Es increíble la velocidad con la que prendió todo; el primer día me pasaron un vídeo en el que el fuego podría ser de unos 80 metros de altura... lo que yo vi era un auténtico infierno», dice.
La pena del hombre es compartida con el resto de vecinos del municipio, para quienes los montes son uno de los mayores tesoros de la zona. «Lo bonito que era por ahí y no ver más que árboles...», recuerda Salvador. Según apunta, ya llevaban mucho tiempo escapándose de los incendios forestales y rezando para que no les tocara, «pero así ha pasado».
El vínculo que él tiene con la sierra, explica, se empezó a fraguar hace ya más de una década. «A los cincuenta años tuve que darle al cardio y me dio por correr por la montaña; llegaba a La Bola, donde ahora se ha calcinado todo», cuenta Salvador.
A lo largo de su vida ha tenido varias profesiones, aunque durante cuarenta años ha trabajado como banderillero de toros. «Siempre en el campo», puntualiza. Desde que se jubiló, a los 55 años, su vocación no ha sido otra que entrenar rodeado de naturaleza. «Si hay algo que no tiene fronteras es el deporte, y no hay nada mejor que practicarlo en un entorno así», defiende.
Su carácter inquieto le impide permanecer de brazos cruzados cuando sabe que puede aportar su granito de arena en determinadas causas. Así lo demostró desde que se inició el fuego forestal que el pasado martes 19 de julio se dio por controlado, pero también hace unos meses, cuando organizó una carrera benéfica para recaudar fondos y donarlos a las entidades Héroes de la Escuela y la Asociación de Voluntarios de Oncología Infantil, como se detalla en su web.